sábado, 29 de noviembre de 2014

El entrenador.



La arena se quiebra bajo mis pies. Casi siento los miles de diminutos cristales incrustarse en mis zapatos. Bueno…tal vez quisiera sentirlos… sería mejor que lo demás. Posiblemente. Pero en fin, aquí sigo caminando, hay un sol, sí. Lo veo pero no lo siento. Que extraño, entre mis crepusculares visiones nunca se atraviesa un sol así de radiante. Debo imaginar que quema mi saco negro, porque es un saco negro grueso, el calor siempre me ha recogido. El calor tropical se siente como un abrazo, como excitación; pero más rápido (y más personal). Bueno, ya vengo entrando. Un gran recinto, un anfiteatro. Coloreado con tintes rojos pero muy tristes, como despidiéndose; no sé si otrora haya sido algo más vivo…no, no quiero. No se me antoja así, mejor que se quede con ese color rojo Pompeya, acompañado de un blanco mudéjar brillante. Eso si, y refleja el sol pero no brilloso, sino que regresa los rayos mas grises, como que han visto demasiado de la vida, rayos grises. La arena quebradiza la veo amarillo-anaranjado, porque a cada paso siento (o quiero) calor en mi cara y en mis manos, medias manos. Lo que no cubre mi saco. Ok, avanzo, necesito estar seguro de lo que veo para recordar, que luego se me olvida y a Mnemosine nunca le he caído bien, quien sabe porque, si siempre me acuerdo de ella.
                ¡Ajum, ajum!...arena en mi garganta, ¿o nerviosismo a flor de piel?...todos están en el recinto, los veo, de muchos colores. Pero siempre dos constantes, más que todos: el verde y el azul traslucido. Burlones, como en su casa, tranquilos y animados. Yo soy el que está en medio de aquello. Y aunque no es grande el anfiteatro, em no sé, tal vez quince metros de arena central. Y unos cuatro o cinco escalones de butacas. Hay mucha tensión. Un público difícil esta vez, pero yo soy el jefe, ellos me han de obedecer. ¡ajum! ¡ajum! Aclaro mi garganta de nuevo y mi voz sale de tenor (así lo quise) << ¡compañeros ilustres, dignos representantes del género, aquí estoy frente a ustedes, sin vacilar, vamos a hacer algo…necesitamos acción, necesitamos apoyo, necesitamos animación!>> La algarabía de algunos sectores no se hizo esperar, la indiferencia de otros seguía igual. Es muy difícil educar a los no vivos, no vivos y encima soberbios. Los zombis reían mas como el vulgo, los fantasmas con mas alcurnia. Pero al fin y al cabo, burlones. Pero, pero, necesitábamos organización. Un grupo de tres fantasmas, que eran diferentes a los demás, porque no eran azul traslucido, sino verde. Era la nueva estirpe, zombis fantasmas. Inmortales e inteligentes, manipuladores y suspicaces. Pero (muchos peros, fueron como topes a cada rato) pero, yo era el único vivo, y por ende el líder, el que debía organizar. Esos tres fantasmas se acercaron, con saña y caras bufonicas, casi podría decir monstruosas, pero eso sería asumir que me dieron miedo. No, bufonicas eran: ceño fruncido, sonrisa enorme sin despegar los labios, manos entrecruzadas y flotando como a treintaicinco centímetros del suelo. Me rodearon tranquilos, se tomaron su tiempo. Me olieron, me traspasaron, tal vez me saborearon. Tenían envidia, envidia del sol que reflejaba mi cuerpo aun, que, aunque el saco negro absorbía la mayoría de la luz, era ya demasiado para ellos, felices infelices. Me husmearon, mi cabello se movía por el viento canicular y por sus miradas. Los zombis y los fantasmas comunes simplemente veían, acechantes, porque les dieron el rol de sus líderes <¡morirás, porque todos nosotros lo hicimos, alguna vez, y ¿Qué serás? ¿Zombi verde?, ¿o fantasma azul?…porque fantasma verde es mucho para ti!>  Moriré, lo sé (respondí con ahínco) pero no aquí ni ahora, y enseguida pronuncié estas palabras:
zaštićeni nas

Y los tres fantasmas se alejaron de mí, ahora parecían reconocer quien era yo. Estaba protegido. Así que me dispuse a organizarnos. No recuerdo si teníamos tiempo o no, pero enseguida llamé a formación a seis mujeres, las vestimos con trajes cheerleaders amarillos y comenzamos por hacer una pirámide entre ellas. Todas zombis, pues ellas aún tenían materia uniforme ¡o disforme! pero tenían. Arriba habría lugar para las damas fantasma (sin peso). Tomaron vuelo, muy listas para ser zombis, mientras de lejos, en las gradas de enfrente los tres fantasmas azules me gritaban improperios respetuosos < ¡vas a caer!, ¡vas a caer! >. Me inmiscuí entre las gradas, las cheerleaders ya habían entendido la lección y yo necesitaba algo de sombra, tenía años parado ahí en el ruedo. Las voces cavernosas de los trúhanes se dispersaban entre las pierna zombis mientras caminaba, se fueron acercando poco a poco, porque les daba la espalda. Que envidia les ha de haber corroído sus etéreos cuerpos. Ya me refrescaba, todos habían entendido mi posición ahí meno aquellos tres. Tuve que decir de nuevo las palabras para que me dejaran en paz: 

¡zaštićeni nas!

Pero gritando. Ahora si, silenciosos se fueron a sentar junto a los demás mientras nos quedamos viendo a las damas zombis hacer su pirámide ordenadamente mientras recordaba la arena punzante bajo mis pies, pero ahí, bajo las gradas había un poco de paja suave.

viernes, 14 de marzo de 2014

Miscelanea

Esa, tu presencia.

Sentí unos ojos poderosos
y era tu mirada fuerte.
Un cabello tan rebelde,
que reta al viento con arrojo.
Esos labios que me hablan
sin siquiera moverse,
Y esa cara tan perfecta,
compuesta de errores y
de triunfos.

Llegabas firme sobre nubes,
flotabas sobre ideas concretas,
Mostrabas siempre tus virtudes
y tus fallas al parejo.
Tu gran cuerpo es un espejo,
donde se refleja el tiempo.
Bien usado y compartido
con lo que tú crees correcto.
Tu andar es largo, con estilo,
usando del día los segundos.
Cada paso es un destino, cada
destino es tu mundo.

Te veo y veo lo tuyo, y me
agrada el conocerte, tu visión
nos hace fuertes y tu sonrisa
ilumina.
Sigue riendo y escribiendo
en cada paso tu gran libro,
quiero ser una nota al margen
y que recuerdes mis respetos.
Aquí dejo en constancia, lo
que alcanzo a ver y siento,
cada vez que tú presencia,
belleza y gracias se cruza
con mi mirada.

Puedo y te veo
quiero y me gusta querer
puedo pero no debo
debo pero no puedo parar
paro y solo es para verte
y luego todo vuelve a comenzar.

Miro que me miras
te veo en una imagen y quiero mas
vacilo pero reafirmo
y puedo o debo, continuar.
Y así mirando y sintiendo
queriendo vacilo mas
quiero pero no puedo
porque puedo pero no debo.
Y no quiero deber sino dar.




Que bonito.

Que bonito ha de ser, ser amigo de un poeta
reflejarse en su espejo para que él refleje
nuestra imagen con sus palabras, para así nosotros
mismos conocernos realmente.

Que bonito ha de ser, ser amigo de un poeta,
y que me enseñe a pescar letras y a moldear con adhesivo
oraciones y poder ponerle nombre a tantas cosas
que veo hoy y no alcanzo a responder.

Que bonito ha de ser, ser amigo de un poeta,
que comparta sus visiones sobre el paso que va dando,
para yo irme fijando, igual, a cada paso, las
palabras que piso, y que al lado voy dejando.

Que bonito ha de ser, ser amigo de las letras,
y llamarlas a placer cuando algo no conozca.
y si no le han puesto nombre a esa cosa que me
encuentre, no tenga dificultad para darle un nombre
afable.

Que bonito ha de ser, ser amigo de los versos,
Aquellos que cuando quiera sacar todo de mi pecho,
Salgan en raudal y bríos, prestos a desembocar en
Sinceridad y pensamiento.

Qué bonito ha de ser, ser amigo de un poeta,
Para que me diga letra a letra, lo que él ha llamado
vida, para que así yo, tome nota día con día y alguna vez
escribir poemas para que adornen mi vía.


¿Inspiración?

Y quise escribir y no pude escribir,
tomé mi guitarra y no salió nada,
preparé mi pincel y no nació algún trazo.
Me sentí mal y me alegré,
me sentí mejor y me afligí.
Luego de pensar olvidé y luego de olvidar
recordé.
Escribí lo que pasé y también lo que sentí.
El Apeiron se presentó al fin, y descubrí
al no encontrar, que de todo se puede crear.



Yo.